El conciertazo de La Tremendita
Si no hay nada más ruidoso que estar encadenado, La Tremendita ha alcanzado la gloria saliéndose del 'Origen' del cante para volver al 'Principio'. No hay más cadenas para un cantaor que las que tiene en su mente, lo que explica que la trianera no esté sujeta a privaciones ni a más coacciones que la que le impone el fin del cante, que no es otro que suscitar una experiencia estética en el oyente.
Con una puesta en escena extraordinaria, un conocimiento tipológico admirable y unos recursos técnicos hoy sin cotejo, como afinación, colocación, velocidad y proyección de la voz, dominio del compás, atmósfera sonora, fuerza y aplomo tonal, La Tremendita ha tenido un triunfo insultante merced a que ha exprimido lo mejor de la excelencia musical que la escoltaba a fin de manifestar su forma de sentir y de pensar través del arte que expresa y conducirlo a un estado crítico.
Naha hay que se le escape a la conciencia de un artista, y menos cuando se parte de un conocimiento exhaustivo de la tradición, como hizo La Tremendita, que abordó la taranta ('Mi voz') junto a Riqueni y hasta le hizo tocar 'Amarguras', para luego iniciar la fase de recreación en la seguiriya ('Mi amante'), hacer lo propio en una canción por tientos ('Concha dorada') y en la bambera con fandango ('Romería'). Vuelve a hacerlo en el romance por bulerías ('La niña de los lunares') y le hace un 'Canto a Triana' para llevarla a hombros hasta el Altozano, culminando el primer bloque bordando las alegrías gaditanas y cordobesas ('Duermevela') con el bajo eléctrico de Juanfe Pérez y acudiendo
a su guitarra para coronarse de laureles con el cuplé por bulerías ('Abuelería') en el que con gusto exquisito incluyó la composición 'A tu vera', de Rafael de León.
Y a partir de ahí, la adaptación de lo jondo al punk roquero -batería, teclado, etc.-, pero siendo consciente de que una definición bastante amplia determina que música es sonoridad organizada. El arte de organizar, sensible y lógicamente, una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psico-anímicos, es el secreto que más admiro en la trianera. Y me explico.
Con otro continente pero sin apartarse del contenido flamenco, La Tremendita principia el segundo bloque tocando el bajo con 'Un mundo nuevo', la recreación de la petenera pero respetando a Pastora Pavón. Aborda la colombiana 'Oye mi voz' con una nueva introducción; rinde honores a la 'Serneta' por soleá, y lo mismo entrelaza los tangos con la soleá alfarera y un cuplé de Antonio Mairena en 'Tremenda valeriana', que busca la perpetuación de lo muy bien hecho por bulerías con los flamencos 'Al mal tiempo', de su obra de 2019, para regresar junto a los suyos en tanto 'Mi voz' vuelve al 'Retorno' de un conciertazo que difícilmente olvidaremos. Y me explico.
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