Calcetines Mingo:  la repuesta a si se puede seguir innovando y emprendiendo en España.

Calcetines Mingo: la repuesta a si se puede seguir innovando y emprendiendo en España.

Existe un pueblo, situado en la provincia de Burgos, que guarda una estrecha vinculación con mares y océanos. Aunque puede parecer curioso, en una empresa de Pradoluengo, territorio con apenas 1.200 habitantes, utilizan los plásticos reciclados del mar para crear un hilo que se utiliza, posteriormente, para fabricar calcetines.

Este gesto de innovación no es casualidad: en esta localidad junto a la Rioja Alavesa se ubica Calcetines Mingo, una empresa familiar fundada en 1914. Al frente se encuentra hoy José Manuel Mingo, cuarta generación de un emprendimiento que se ha convertido en un modo de vida, y que ha sido reconocido por Banco Santander y la Cámara de Comercio para nombrar a esta empresa familiar Pyme del Año de la provincia de Burgos en la última edición de estos galardones que otorgan ambas entidades, y con los que se reconocen el enorme esfuerzo diario que realizan estos negocios.

Y es que, precisamente, la clave del éxito de Calcetines Mingo es que mantiene la "obsesión por innovar", cuenta su gerente, que explica que esta ha sido su arma ante un sector que está "desapareciendo casi en su totalidad". De hecho, la entrada de competidores extranjeros y, en general, todos los cambios que ha sufrido el sector textil a lo largo del siglo XX, afectaron de manera definitiva a la industria de Pradoluengo. Muchas de estas fábricas se vieron obligadas a echar el cierre y, como en tantas otras zonas de la España rural, gran parte de su población tuvo que abandonar el municipio en busca de nuevas oportunidades laborales. Y, ante este panorama, Calcetines Mingo no solo ha sobrevivido, sino que ha crecido.

Aunque el vaciado de la España rural también ha hecho mella en Pradoluengo se estima que desde este lugar siguen saliendo el 25% de los calcetines que se fabrican en nuestro país; dicho de otro modo: uno de cada cuatro proceden de esta localidad burgalesa.

La historia de esta curiosa tradición se remonta a finales del siglo XIX, cuando la industria textil, centrada sobre todo en la fabricación de boinas y calcetines, se convirtió en el buque insignia de la localidad. Su posición geográfica y el fácil acceso a materias primas, como lana merina y tierras de batán, claves para la fabricación de las prendas, además de las fuertes corrientes del río Oropesa, que garantizaban energía para el funcionamiento de batanes, telares e hilaturas, propiciaron el desarrollo de la zona en ese sentido. 


Pyme del año