Rodrigo Cuevas: un rupturista romántico que dialoga con el arte

Rodrigo Cuevas: un rupturista romántico que dialoga con el arte


Como en aquella energía lorquiana que el poeta de Fuente Vaqueros derramaba en esa ciudad sin sueño en la que nadie cerraba los ojos, Rodrigo Cuevas sigue encaramando su arte a las esquinas gozosas de la tierra, del paisaje presente, de todo lo que está vivo, de todo lo que aún nos reconcilia, de los destellos de sosiego que proporciona el elemento preciado de lo cotidiano, del campo y las amigas y el tiempo. «No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie. No duerme nadie», advertía Lorca. 
Cuevas explicitaba ya en su último trabajo, «Manual de Romería» –toda una explosión celebrativa musical de hedonismo y deseo–, que estaba más despierto que nunca y, tal y como denota ahora en esta conversación con LA RAZÓN, su impulso creativo sigue sin emitir ni un solo bostezo: «Estoy preparando nuevo disco y la verdad es que si te soy sincero las giras me dejan baldado, porque hay tanta gestión, tanto viaje, es una vida tan poco romántica en realidad... aunque parezca que puede ser una experiencia vital impresionante. Al final se convierte todo en un gran trámite de la fuerza, de la energía, del cuerpo, de la voz, excepto los momentos de estar encima del escenario. Eso a mí al menos me deja muy poco espacio para la creatividad y ahora estoy intentando inspirarme para el nuevo trabajo desde la calma, y una cosa que creo es importante para los artistas hoy en día es intentar escapar del discurso. Yo veo mucho las noticias y leo y me informo, e intentar escribir canciones desde ahí es complicado, porque si quiero hacer letras bonitas no puedo estar pendiente de lo que ocurre en el mundo o de lo que nos cuentan que ocurre».